Simetrías: un largo camino de desalento
Leer másDoctora por la Universidad de Alicante, Escritora e Investigadora / España
Durante el periodo de profunda investigación para la elaboración de mi tesis doctoral sobre la Generación del 60 en la poesía del Perú, conocí la obra de Antonio Cillóniz (Lima, 1944), que había obtenido numerosos reconocimientos, así “El Poeta Joven del Perú” en 1970, premio que se convocaba cada cinco años para poetas menores de treinta años, el “Premio Extraordinario de Poesía Iberoamericana” en 1985, para obras en español y portugués en el marco del homenaje a Antonio Machado, Federico García Lorca y Miguel Hernández o el “Premio César Vallejo de Poesía” en 1999, por votación popular y bajo el auspicio del programa radiofónico “Así es mi Perú”. También en mi viaje que realicé a Perú durante ese proceso investigador visité el Parque del Amor, con el monumento El Beso en cuyo pedestal figuran unos versos de Cillóniz, que pertenecen a su primer poemario Verso vulgar (Madrid, 1968) y que son la causa de dicho monumento; probablemente sea el único monumento de unos amantes besándose echados, pero es la posición descrita en el poema de Cillóniz, aunque no en la lápida del pedestal, que recoge solamente los dos primeros versos. El poema dice así: «En las ciudades no hacen / monumentos a los amantes. / Ni al fondo de los callejones, / ni en los recodos de las calles / y las casas, / o en los rincones de las plazas y los cines / apenas se les ve. / Por eso, / si los adivinamos a la entrada de los parques, / figuran estatuas yacentes. / Tan sólo por despecho». Este ‘figuran estatuas yacentes’ es lo que materializa la escultura y ese ‘En las ciudades no hacen / monumentos a los amantes’ es lo que representa el monumento; debo aclarar que lo que pretende resaltar el poema es la connotación de prohibida en la condición de ‘amantes’ frente a la de esposos, novios o enamorados.
Y a medida que yo avanzaba en la confección de mi tesis doctoral también fui profundizando en el conocimiento de la obra poética de Cillóniz y al mismo tiempo me cautivaba cada vez más no sólo su poesía sino también su comportamiento humano a través de las lecturas de sus respuestas en las diversas entrevistas que le realizaran a raíz de que le concediesen el “Premio Nacional de Literatura del Perú” en 2019.
A lo largo de su vasta producción lírica, tan variada en cuanto a la temática o el estilo, han sido diversos los libros que podemos ver como hitos de cambio no sólo en su propia obra lírica sino también posteriormente en la producción poética nacional. Y han sido múltiples los críticos de su obra que así lo han señalado.
Uno de los primeros críticos académicos que se fijaron en la importancia de Cillóniz fue Jesús Benítez Villalba de la Universidad Complutense de Madrid, quien escribió «ha sido en España donde Cillóniz ha desarrollado la mayor parte de su obra poética que, con el presente, ya llega a los diez libros.
En conjunto, se trata de una producción más que suficiente, tanto por su extensión como por su coherencia de estilo y temas, para que el autor empiece a ser visto como una de las figuras más significativas de la poesía contemporánea en español», cuyo artículo “Cillóniz nos enseña a vivir la muerte” ha sido recogido en Cillóniz: valoración & trascendencia, Lima, Hipocampo Editores, 2021, que reúne las principales críticas a la obra de Cillóniz y las más importantes entrevistas realizadas a su persona. Posteriormente figuran diversos vídeos en YouTube en que se remarca la importancia de este poeta: Así, Teodosio Fernández, catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid, donde presenta a Cillóniz como «uno de los grandes poetas de la lengua castellana de la actualidad» (https://youtu.be/nhg6FUePz6A) o Alberto Alarcón, poeta peruano, presentando a Antonio Cillóniz en la Feria del Libro de Trujillo (agosto de 2018) dice «este público que tenemos aquí delante de nosotros tiene el privilegio de estar observando y escuchando, creo yo, al poeta mayor que tenemos ahora en el Perú y estoy completamente seguro que en los próximos años vamos a contar con el nombre de Antonio Cillóniz como el gran poeta de Hispanoamérica» (https://youtu.be/xR77ETT3YZQ? list=PLsQDzHbs2bhgLeuudnZ1nOq-36xx4hVzV).
En cuanto a los hitos que fue marcando la poesía de Cillóniz a lo largo de toda su obra, que actualmente comprende sesentaidós poemarios reunidos en veintidós libros, podemos señalar que ya en sus primeras obras su poesía fue determinante en el devenir de la propia lírica peruana.
Así Verso vulgar (1968), su primer poemario, ya anunciaba lo que después sería la poesía de la Generación del 70 en el Perú y en especial el Movimiento Hora Zero. En palabras de Alejandro Romualdo (poeta peruano de la Generación del 50) en el prólogo a La constancia del tiempo (Lima, Ediciones Viva Voz, 1990) afirma que en «Verso vulgar, el primer libro de un joven poeta que, como Oquendo de Amat, salió del Perú sin alejarse de sus problemas y sus posibilidades […] se prefiguran las características que la crítica ha señalado como propias de la “Generación del 70” o, más exactamente, del 68 […] La crítica más calificada advirtió esta presencia particular que, por ligereza o prejuicio ideológico, no se dejaba sentir en las antologías, las polémicas o los manifiestos que por esa década sonaban en los círculos literarios. La marginalidad obraba sobre este poeta de manera muy especial: lo mantenía por encima del alboroto, de los rencores distritales y el ejercicio iconoclasta, y a la vez le confería un ángulo de visión diferente y de aguda penetración en la realidad histórica».
En 1970 Cillóniz obtuvo el premio “El Poeta Joven del Perú” con su segundo poemario aparecido en 1971 y del que Teodosio Fernández en “La rebeldía frente a un destino adverso” dijo «Después de caminar cierto tiempo hacia el este fue uno de los poemarios que mejor representó entonces la voluntad de acercarse al pasado y al presente de América Latina, convertida en objeto fundamental de unas reflexiones que no olvidan el contexto internacional del momento. Fue también muestra destacada de una poesía que buscaba una voz objetiva, reveladora de la opresión y del sufrimiento que alcanzaban al hombre de todas las latitudes». Y Alejandro Romualdo en el texto citado también afirmó que «Los años del 68 sonaron a revolución sexual y tecnológica, a feminismo y ecología, a primaveras de Mayo y de Praga, pero también a guerrillas quebradas, a fechorías stalinistas, revoluciones culturales y escatologías. Entre nosotros, un octubre castrense removía estructuras y desarrollaba reformas que el dogmatismo y la indigencia doctrinaria combatieron con sectarismo vandálico; y un “apátrida”, criticando a sus antiguos camaradas, proponía la economía de mercado. Después de caminar cierto tiempo hacia el Este, tiene rastros de todas estas experiencias […] y, cosa rara en su generación, son perceptibles las flores silvestres abriéndose en algunos de sus poemas de aires andinos, levemente impresos en la sintaxis».
De su tercer libro, Fardo funerario, recogido en Los dominios (Lima, Ediciones Killka, 1975), primera recopilación de la obra poética de Cillóniz, Belén Castro Morales (Universidad de La Laguna, Tenerife) dirá en “Fardo funerario: del exilio y el peregrinaje” dirá «En esta tradición reciente que busca la síntesis entre purismo y compromiso, entre hallazgos vanguardistas y discursos de varia procedencia, antes no aceptados por el canon poético, se inserta con trazos originales y con voz propia la poesía de Cillóniz y, particularmente, Fardo funerario».
En 1987 aparece publicado en Madrid Una noche en el caballo de Troya, el poemario por el que Cillóniz obtuviera en 1985 el “Premio Extraordinario de Poesía Iberoamericana”. Del cuarto poemario de Cillóniz, Jason Wilson (London University) nos dirá «Lejos estamos de una poesía de ira y rabia, de las largas letanías de un Pablo Neruda; de las alabanzas del Partido. Lejos también de la denuncia obvia, literal y a la vez realista del último Cardenal. Lejos también de la turbulencia de los que participaron en la guerrilla como un Gelman. La lucha de Cillóniz se ha vuelto más sigilosa».
Jonathan Mostacero, poeta, crítico y filósofo peruano, también hablará no sólo de todos los poemarios anteriores cuyas críticas más notables acabamos de reseñar sino también de muchos poemarios posteriores, haciendo finalmente una valoración global de la obra poética de Antonio Cillóniz, en su artículo “Poiesis y Diké: sobre el itinerario poético de Antonio Cillóniz”, publicado en Revista Cultural Ergo, en el número dedicado a Cillóniz. Ahí opina que «Si bien es cierto, obras como las dos anteriores mencionadas [se refiere a Verso vulgar y a Después de caminar cierto tiempo hacia el este] y Los dominios (Lima, 1975), recopilación de sus dos primeros poemarios más Fardo funerario, que incluye el sobresaliente poema rilkeano “Sinfonía del nuevo mundo”, dan cuenta de una ostensible calidad estética, es con Una noche en el caballo de Troya (Madrid 1987, Premio Extraordinario de Poesía Iberoamericana 1985) que su poesía alcanza su pleno refinamiento y madurez. […] Por otro lado, debe otorgarse especial atención para “Arcano mundo”, el poema más memorable del libro, así como uno de los más logrados de la obra total de Cillóniz y –creemos– de la literatura peruana». Para añadir más adelante que «Resulta muy interesante percibir el fenómeno de la creatividad en un artista, especialmente en un literato. Schopenhauer solía manifestar que, en el genio, el intelecto primaba sobre la voluntad; sin embargo, a pesar de la sabiduría que convoca la vejez, es sabido que muy pocos autores llegan a escribir libros imprescindibles en una edad longeva. Como grandes excepciones tenemos a Cervantes, Goethe y otros pocos. Cillóniz debe considerarse entre esos raros autores que, después de haber publicado obras de reconocida calidad estética en su juventud y madurez, sorprenden con iguales o superiores libros a sus setenta años. Luego de Victoriosos vencidos, continuó con Usina de dolor (2018), obra hermanada con la anterior por dignificar el dolor humano y denunciar la violencia del capitalismo –ahora célebre por ganar el Premio Nacional de Literatura (2019)– siguiéndole Tríptico de las Furias (2019), Versión del otorongo (2020) y el reciente Monumento a los escombros (2021)». No obstante, de Cillóniz han seguido apareciendo otros libros hasta el más reciente Lobos de afuera y Lobos de adentro (2024).
Es evidente el porqué de entre los sesenta poetas peruanos de la Generación del 60 que incorporé a mi tesis doctoral primero y después a la antología 60 poetas de la Generación del 60 decidí escribir un libro dedicado por entero a la poesía de Cillóniz y cuyo título precisamente es el de este artículo: “Antonio Cillóniz, poeta universal”. Y no puedo estar más de acuerdo con las palabras en que concluye Mostacero su artículo que hemos mencionado: «Claramente, parece ser que la productividad de Cillóniz se ha intensificado en esta década, y su reconocimiento como poeta mayor empieza a tener consenso general en el medio. Enhorabuena, probablemente estemos ante uno de los mayores líricos de nuestra literatura, e incluso del panorama hispanoamericano». Por mi parte, considero que la poesía de Cillóniz es universal en su conjunto, porque responde a las inquietudes y preocupaciones de los seres de todos los meridianos y paralelos, así como del presente y del futuro.
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