Obras poéticas

Se muestran aquí extractos de textos de diferentes críticos –que se pueden consultar completos en el apartado TESTIMONIOS– sobre la obra poética de Cillóniz. Todos sus libros pueden ser adquiridos a través de Amazon en el apartado LIBROS.

“Desde la aparición de Verso vulgar, su primer poemario, hasta la publicación de Opus est poesía completa, Antonio Cillóniz ha venido demostrando una tenacidad creadora sin precedentes, tanto en la poesía peruana como en la escrita en lengua española, en los últimos cuarenta años. Reconocido por la crítica como un poeta insular, puede decirse que Cillóniz ha labrado su obra bajo los dictámenes rilkeanos de contemplación y celebración, ajeno a los halagos y a las expectativas que suelen malograr, generalmente, a los poetas y a su producción literaria. quienes escriben poesía hoy, deben necesariamente partir de Vallejo, nuestra valla más alta, pero al mismo tiempo nuestro mejor acicate. Cillóniz lo ha comprendido bien, y en tal razón ha construido su propio derrotero. No quiere, no intenta, ni busca ser epígono de nadie. Desde Verso vulgar es un poeta con voz propia, y esa es su fortuna. Todo lo hecho a lo largo de su experiencia creadora es modular tal voz, acrecentarla y conferirle una sonoridad que no se parezca a ninguna otra porque sólo de esa manera puede expresar –de modo absolutamente personal– las luces y las tinieblas del mundo en que vivimos, tan desastroso, tan terriblemente inhumano.”

“En consecuencia, ha sido en España donde Cillóniz ha desarrollado la mayor parte de su obra poética que, con el presente, ya llega a los diez libros. En conjunto, se trata de una producción más que suficiente, tanto por su extensión como por su coherencia de estilo y temas, para que el autor empiece a ser visto como una de las figuras más significativas de la poesía contemporánea en español.”

“Su proyecto poético, considerado en su conjunto, implica la consecución de un lenguaje poético versátil y finamente aguzado, dotado para la desgarrada ternura y para la parodia, para el realismo social y para la reflexión metafísica, para el monólogo dramático y para el epigrama ácido. Y consigue un lenguaje poético asombrosamente económico en sus medios expresivos, pero nunca inocente respecto a su propia complejidad retórica y capaz, al mismo tiempo, de sustentar una estrategia crítica y una ideología En esta tradición reciente que busca la síntesis entre purismo y compromiso, entre hallazgos vanguardistas y discursos de varia procedencia, antes no aceptados por el canon poético, se inserta con trazos originales y con voz propia la poesía de Cillóniz […] junto a las técnicas ya aludidas (multilingüismo, intertextualidades y anacronías paródicas, deconstrucción, collage verbal, integración de elementos culturales heterogéneos, culturalismo, etc.) nos hace considerar esta obra como una manifestación de la vertiente más crítica de nuestra posmodernidad. No estamos ante un experimentalismo gratuito y escéptico que escuda bajo un ingenioso eclecticismo intelectualizante y manierista su incapacidad para la crítica. Por el contrario, todos esos elementos que conforman los rasgos de la estética posmoderna, son puestos en juego con un sentido claro de análisis y denuncia. El tono es ético y la intención, al incorporar como alternativa los elementos de la heterogeneidad (indigenismo, ecología, exilio), es política: nada más alejado de las dejaciones ideológicas de la posmodernidad occidental.”

“…el ya señalado alejamiento de la tierra natal, porque la distancia permitió al poeta integrar bajo una mirada mítica América y Europa, el tiempo del principio y ese tiempo reciente o final que acababa de ver la muerte del Che Guevara. Porque son consecuencia del desarraigo, tanto la reflexión sobre la historia como la construcción de una geografía poética son también el intento de recuperar un orden perdido, la búsqueda de sentido para una existencia que se ha configurado como aprendizaje humano y como madurez crítica, pero también como añoranza de la infancia y de la armonía, de los orígenes y de la tierra peruana. La configuración mítica de ese reino difícilmente toleraba una expresión «prosaica»: Cillóniz optó por un lenguaje a veces difícil, rico en oscuridad y en imágenes, en el que no es raro percibir reminiscencias afortunadas de la poesía americana de ascendencia prehispánica. Esa riqueza marca también las distancias que mediaban entre Cillóniz y la mayoría de los miembros de su generación: él era un poeta culto, no sólo capacitado para el uso inteligente de las referencias históricas o literarias que demuestran sus versos, sino para utilizar diferentes registros y aprovechar la tradición en beneficio de su creación personal. Con una concepción más compleja del hecho poético que la ofrecida por quienes se limitaban a practicar el prosaísmo, elaboró una poesía en que la factura narrativa ocasional –como fue característico del momento, a veces el poema se configura como una fábula o anécdota, sujeto a una versificación cuyas exigencias, si existen, son difíciles de determinar– se conjugaba con esa otra de apariencia hermética u oracular, o se contraponía a ella. Esa complicada relación multiplicaba los significados, y quizá no era otra la función de la ironía o el sarcasmo. […] De ese modo Cillóniz consiguió conjugar la preocupación social con el «purismo» simbolista o surrealizante, superando una polaridad que los años sesenta parecían haber dejado sin vigencia. Esa fue su forma de indagar en una identidad americana que afloraba como imaginación de los orígenes, como acercamiento a oscuras fuerzas telúricas, como reelaboración de mitos o fantasías de tierras y gentes legendarias, como rebeldía de los desheredados frente a un destino adverso.”

La rebeldía ante un destino adverso”:

“Quizá el análisis de Los dominios resulte ineludible para abordar con conocimiento de causa, al alcance de las revisiones de Verso vulgar y Después de caminar cierto tiempo hacia el este, el lugar de ese tercer poemario en el nuevo conjunto, las novedades aportadas por Una noche en el caballo de Troya (otro poemario con entidad propia) y la significación de las ediciones de La constancia del tiempo, con las que Cillóniz pareció alcanzar su madurez poética definitiva.”

“La factura conseguida en Heredades del tiempo, con sus retoques posteriores, es por ahora el último resultado de esas revisiones que pretendían mejorar los poemas, procurando que los versos alcanzaran una entonación rítmica capaz de darles una dimensión lírica intensa, conciliando así una gran cultura literaria con la voluntad de acercarse a la mayoría. En consecuencia, en su estado actual los textos han atenuado rudezas expresivas relacionables con la improvisación o la negligencia a veces justificadas por el registro conversacional o por la audacia vanguardista. Quizá los primeros libros de Cillóniz se hayan impregnado así del espíritu propio de su poesía de madurez, pero eso ha redundado en beneficio de la eficacia y del rigor en su lenguaje poético, apuntalando la calidad excepcional que hoy ofrece su obra.”

“Varias de sus composiciones se afirman en la filosofía, en la historia, en lo mítico […]. Por ello y otras cosas más Un modo de mostrar el mundo, del poeta iberoamericano Antonio Cillóniz, podría muy bien representar hoy lo mejor de la poesía actual.”

“Los cuatro Tomos reúnen más de treinta títulos de su poesía, muestran una asombrosa pluralidad en los «modos” (estilos, retóricas) a través de las cuales aborda tropos determinados. Desde un discurso abierto repliega su expresión hasta otro nuevo, críptico construyendo una obra que sorprende por su versatilidad de orfebre. Cada poema de Cillóniz, como menciona Mauricio Medo, constituye una unidad que, a su vez, se vuelve en arte y parte de una poética a la que me permito denominar como «caleidoscópica»”.

“Esta última etapa de la poesía de Cillóniz confirma y acentúa los rasgos de su personalidad. Aparece ahora en primer plano un elemento que se había asomado a veces en la producción anterior. Se podía definir como una visión de la vida desde la muerte. Es una perspectiva que, más allá de sus raíces autobiográficas, se vincula con toda una tradición literaria muy antigua. Mijail Bajtin ha investigado de manera insuperable esta línea del «diálogo de los muertos».”

“Cillóniz asume plenamente y soberanamente la responsabilidad de la palabra, a partir de una autoconciencia cumplida del oficio literario. Consigue en esta obra una extraordinaria transparencia de lenguaje, que corresponde perfectamente a una mirada luminosa y penetrante sobre el enredo de la vida humana. Por eso su mensaje poético intenso adquiere también el significado de un modelo intelectual, ofrecido con firmeza y dignidad en el desierto de estos años que estamos recorriendo.”

“Los seis poemas aquí reunidos confirman y acentúan el carácter atípico de la poesía de Antonio Cillóniz dentro del panorama hispanoamericano de hoy. […] Con estos seis textos de Antonio Cillóniz, la poesía recupera su capacidad de ahondar en la historia dramática de nuestra época y de reanudar la relación profunda con el espíritu comunitario. Una vez más, coincide con el querer «interhumano” celebrado por César Vallejo.»

“Schopenhauer solía manifestar que, en el genio, el intelecto primaba sobre la voluntad; sin embargo, a pesar de la sabiduría que convoca la vejez, es sabido que muy pocos autores llegan a escribir libros imprescindibles en una edad longeva. Como grandes excepciones tenemos a Cervantes, Gómez Suárez de Figueroa, Goethe y otros pocos. Cillóniz debe considerarse entre esos raros autores que, después de haber publicado obras de reconocida calidad estética en su juventud y madurez, sorprenden con iguales o superiores libros a sus setenta años […] probablemente estemos ante uno de los mayores líricos de nuestra literatura, e incluso del panorama hispanoamericano.”

“Alcanzar un grado de trascendencia en la poesía peruana es un trabajo arduo y, en cierta forma, adventicio. Las grandes lumbreras de la poesía peruana como Eguren, Vallejo, Adán y otros tantos, además de su talento, tuvieron la fortuna de ser descubiertos o reivindicados por una crítica o grupo selecto quien apreció su lírica. […] Antonio Cillóniz ha sido uno de esos valores líricos que poco a poco vienen siendo revalorados e incorporados al canon literario.”

“La publicación de La constancia del tiempo es una revelación que nos descubre el proceso de formación de una obra organizada con desusada coherencia, de verso limpio y meticulosamente trabajado, sin torturas verbales, con un registro estilístico singular en su promoción generacional.”

“El lenguaje de Cillóniz no se quiebra a concesiones sino que busca la precisión verbal en el poema, y en el verso; no prodiga las imágenes, no derrocha adjetivos que halaguen al lector, sabe que escribir es reducir y usa las mínimas palabras, pero siempre las justas para dar en el blanco exacto de lo que busca toda poesía: la función de remover las conciencias, de intranquilizar a un lector mecanizado en una sociedad como la de nuestros días.»

“…hay dentro del registro de Cillóniz una actitud filosófica muy contemporánea de cruda reflexión e insatisfacción en la que se advierte la asunción de una función redentora de la poesía,[1] frente a una realidad cuestionable y por él explícitamente cuestionada. Pero, ya se ha hablado bastante del poeta como vidente, visionario, un ser insatisfecho por excelencia. Todo eso y con creces es Antonio Cillóniz a quien tenemos el honor de contar entre nuestros poetas universales más fecundos.”

[1] Marita Troiano: A modo de prólogo. En Usina de dolor de Antonio Cillóniz.

“Arte Poética de singular brillo y rotundidad, en la cual se reivindica la poesía. […] Clarísima constatación de lo inexorable. Pero queda la poesía. Y aún después de la muerte […] lo cual implica el viaje, o lo que es lo mismo: el conocimiento, el cambio, el traslado; ejes esenciales por donde discurre este grande y hermoso libro de Antonio Cillóniz que ahora vemos –lo estamos comprobando– porqué consagró a su autor como El Poeta Joven del Perú en su momento y –sin duda– tiene un lugar específico en la gran estela de la poesía conversacional hispanoamericana del siglo XX.

“Poeta de larga trayectoria, extraordinaria sensibilidad y una singular lucidez expositiva, a través de un constante y riguroso proceso creativo que a todas luces enriquece la vasta tradición lírica del Perú, Cillóniz nos viene entregando una poesía de escrupulosa construcción. Una poesía original, despojada de artificio alguno, apuntando al rescate de lo esencial, ahondando cada vez más en el análisis y proyecciones de nuestra existencia, logrando comunicar con un lenguaje claro y preciso tan sustantivas reflexiones. […] Poeta vibrante y de reconocida preocupación social dentro y fuera de la página escrita, también en este libro, y como una exigencia personal impostergable transparenta este compromiso al dirigir la atención de sus versos a la búsqueda de la justicia social, como un anhelo constante anclado en su conciencia y refrendado por una praxis política y una larga batalla personal por alcanzar sus ideales. […] Poesía personalísima y perturbadora la de Antonio Cillóniz, quien en revelación constante, con inequívoco impulso, ha poetizado una sucesión de rupturas, desencantos y explosiones emocionales con una voz firme y vibrante.”

“Leer a Cillóniz de inmediato nos conecta con toda la tradición de la poesía anclada en el ser humano, de raigambre vallejiana, y apegada a la idea del compromiso social (poesía “civil antes que política”, nos dirá Antonio Melis en el prólogo a Victoriosos vencidos, 9), si bien qué duda cabe que el poeta ha logrado, en el seno de esa tradición, un tono propio, una voz singular. […] Versos que ratifican el anclaje de la concepción poética en la conciencia social, como esencia permanente de todo un dilatado proyecto literario en el que se conjugan desgarro, ternura, acidez, parodia, realismo social, reflexión metafísica y pensamiento metaliterario. Ahora bien, en los libros que hoy presentamos, Cillóniz da un paso más allá en la reflexión sobre temas cásicos de su poética, tales como el tiempo, o la realidad histórica (en la que entran en juego pasado histórico, pasado reciente y presente, tanto de España, como del Perú). […] Mario Benedetti, que en 1999 nos cedió su nombre para el Centro de Estudios Literarios Iberoamericanos Mario Benedetti, por mí dirigido durante la última década. En un brillante artículo titulado “Los poetas ante la poesía”, Benedetti escribió: El peruano Martín Adán escribe simplemente: “Poesía es asá. Yo no sé poesía, / sino escribir callando, todo lo que me escribo / como si fuera real todo lo que querría”. Otro peruano, 37 años más joven, Antonio Cillóniz, es más contundente: “Con mi verso construyo / lo que quiero / que en la tierra quede destruido”. Benedetti me ha hecho el favor, con la elección de este verso tan profundamente significativo, de concluir mi intervención, pues concentra, en pocas palabras, toda la esencia poética de la trayectoria literaria de Antonio Cillóniz.”

“Libro de madurez, estos poemas no solo pasan revista a la historia y a la literatura peruana sino a su propia obra. En muchos poemas podemos observar el oficio de un artista que domina el verso gracias a astutos encabalgamientos que parecen no terminar nunca. De hecho, estos encabalgamientos hacen suya la representación del torbellino de una historia que constantemente está removiendo al presente y a su producción simbólica. Las imágenes muestran siempre una sensibilidad desconcertada al galope de caballos desbocados en los que pasa cabalgando el tiempo. […] La Edad media miraba al futuro, el renacimiento buscaba el pasado y la modernidad estaba obsesionada con el futuro. Solo la nuestra –sostiene Groys– es la única época que se ira a sí misma porque evade toda reflexión sobre el pasado y porque no le importa el futuro. Los versos de Cillóniz detectan este problema y fuerzan a regresar al tiempo, vale decir, a observar los restos del naufragio y los escombros del presente. […] La visión en este libro es sombría y dura, pero Cillóniz insiste en la construcción de un decir que nunca renuncia a la imagen: el modo tan imperceptible de seguir discretamente estando.

“Lejos estamos de una poesía de ira y rabia, de las largas letanías de un Pablo Neruda; de las alabanzas del Partido. Lejos también de la denuncia obvia, literal y a la vez realista del último Cardenal. Lejos también de la turbulencia de los que participaron en la guerrilla como un Gelman. La lucha de Cillóniz se ha vuelto más sigilosa, donde el «yo» gramatical del poeta –digamos su vanidad–, no cuenta: «Yo escribo para los que no saben que yo escribo / y ni siquiera que existo». Camuflado en frases rítmicas y abruptas, el poeta se ha hecho invisible, para lectores invisibles.