En Miraflores, uno de los barrios residenciales más emblemáticos de Lima, existía antiguamente un pequeño parque al que los vecinos llamaban, de manera espontánea, «el parque de los enamorados». Era un rincón íntimo y recogido, frecuentado especialmente al anochecer por parejas que buscaban un espacio donde compartir su intimidad y afecto.

Hoy, ese mismo lugar ha sido transformado en un parque dedicado oficialmente al amor. La Municipalidad de Miraflores —distrito donde el poeta Antonio Cillóniz vivió su infancia, niñez y parte de su juventud— decidió rendir homenaje a ese espíritu romántico que siempre lo caracterizó.

A la entrada, los visitantes son recibidos por un imponente monumento a los amantes. La escultura, en forma de taula, representa a una pareja fundida en un abrazo ardoroso, tendida en posición yacente sobre la plataforma, tal como figura en el poema de Cillóniz que inspira el monumento El Beso.

Al pie del monumento, una pequeña lápida revela la semilla poética de esta iniciativa. En ella se lee la frase que inspiró la creación del parque. Desde allí, un muro ondulante cubierto de coloridos mosaicos acompaña al caminante, desplegando a lo largo de su trazado una cuidada selección de versos amorosos.

Efectivamente, en el primer libro del poeta Antonio Cillóniz, Verso vulgar (Madrid, Ediciones de la Rama Florida & de la Biblioteca Universitaria, 1967) figura el siguiente poema:’