Un libro de transición y de ruptura.
Leer másFilóloga francesa, poetisa y traductora / España
“Tardé en escribir estos poquísimos versos […].” Así comienza uno de sus memorables poemas de Verso vulgar. Y Antonio tardó en escribir los poemas de Lobos de afuera y Lobos de adentro casi dos años. Un libro que surge a raíz de la vacancia presidencial contra Pedro Castillo el 7 de diciembre de 2022 y que propició el levantamiento pacífico del pueblo peruano y una represión mortal por parte del Gobierno.
Hace unos días me lo ha entregado para su lectura. Sólo conocía el título. Me había comentado que partiendo de la última novela de José María Arguedas El zorro de arriba y el zorro de abajo pretendía trasladar al lenguaje poético el Perú de principios del siglo XXI como una estructura de confrontación entre su país y el resto del mundo como hiciera Arguedas en su novela con el Perú de la segunda mitad del siglo XX.
El zorro es una imagen mítica procedente de Dioses y hombres de Huarochirí, narración quechua recogida por Francisco de Ávila y traducida al español por Arguedas, de donde toma la idea del zorro. El lobo representa en cambio lo más sanguinario de la humanidad. Lobos de afuera y Lobos de tierra son unas islas peruanas del norte del Perú aunque como el pueblo las suele llamar ‘Lobos de adentro’ el poeta ha preferido escoger esta denominación que refleja mejor el enfrentamiento del exterior y del interior del Perú. Podríamos decir que es una declaración de proximidad intelectual con Arguedas.
Con ojos brillantes me dice que cree que el libro es profundo e invita a la reflexión. Lobos de afuera recoge principalmente lo que sucede fuera del Perú, lo internacional, y Lobos de adentro se centra en el Perú, aunque encontramos poemas de los dos ámbitos en ambos libros que de este modo se interconectan.
Lo leo despacio, advierto el uso arbitrario de minúsculas y mayúsculas, así como la falta de puntuación en algunos poemas, chapeau.
Es un libro que refleja las contradicciones, el desconcierto e incertidumbre de este mundo y, dado que la poesía es transmitir sensaciones, Antonio logra hacernos sentir a través de sus poemas este caos y desconcierto. Y así, en los poemas en los que quiere crear esa sensación de incertidumbre, prescinde de la puntuación y comienza los versos con mayúscula de tal modo que a veces cada verso puede funcionar con el anterior concluyéndolo y al mismo tiempo iniciar un discurso con el verso siguiente.
Te veo entusiasmado le contesto. Creo que es una lÃrica novedosa y que el libro es rotundo. Entonces quiero prologarlo, será un honor.
Voy a hacer un glosario de términos peruanos. Está de acuerdo. Y releo tu libro y veo que juegas como siempre con las palabras, que disfrutas con los anacolutos, que te gusta poner derrepente o defrente todo junto y al rededor separado unas veces y otras no, que te duele como siempre el dolor de tu país, que por primera vez nombras algunos de tus poemarios publicados: Versión del otorongo, República de bárbaros y Burros a lomos de asnos, pero este último con minúscula y sin cursiva: todos somos burros piensas. Sí, lo somos. También evocas poemas anteriores como el de la bandera de tu patria llena de rojo de sangre esta vez tras los terribles e injustificados asesinatos del pueblo.
Mientras escribes este libro vas a cumplir 80 años y lo dices en dos ocasiones. ¿Te asusta? ¿Te asombra? ¿Estás agradecido tras superar un cáncer al que llamas ‘cangrejo’ emulando al horóscopo en el poema 19 de Huaca fúnebre? ¿Qué sientes Antonio cercano ya a los 80? Silencio o estos versos. Hoy, un día de agosto del 24, hace meses que los has cumplido.
Y me dices, ¿has visto que es un libro muy estructurado? Sí, te respondo dos días después tras varias relecturas. Los títulos de cada poemario están en conexión con el contenido del poemario y con la estructura global. Me miras contento de que lo haya percibido. Era muy importante para ti que hubiera cohesión entre los poemas y la estructura global.
A pesar de la novedad del libro reconozco tu estilo en la forma de estructurarlo. En el fondo es la misma voz aunque tenga tonalidades distintas. Y entonces me pregunto cómo es tu voz, Antonio. Casi siempre una voz dolorosa y lúgubre. Creo que has sufrido en demasía. Y has chillado desde lo hondo exigiendo con belleza más justicia en un mundo gris y excesivas veces cruel.
En estos seis poemarios tu voz denuncia y clama contra la barbarie de un ser humano contra otro o el abuso del poder político y económico y su consiguiente injusticia social. Tu voz analiza y guía a la vez en las reflexiones en defensa de la naturaleza y en contra del racismo, el machismo y el imperialismo. Cuestionas también las falsas apreciaciones de los movimientos filosóficos que confunden conceptos tales como marxismo y leninismo. Vuelves a presentar la crudeza de las guerras contemporáneas que nos asolan, y la realidad del temor a la muerte que nos atenaza a todos. Utilizas la historia para resaltar del pasado los errores cometidos. Arremetes sin miedo contra dictadores y prepotentes, encubridores y torturadores. No te frena nada, incluso nombras a papas y presidentes de gobierno. Criticas las incoherencias de las religiones y creas neologismos uniendo apellidos y nombres propios a la crueldad. Toda esta amplitud de perspectivas temáticas mencionadas y recogidas en seis poemarios, que exige un total de más de doscientas páginas, queda resuelta magistralmente al presentar el poeta los poemas de cada poemario como un continuum conservando así la unidad del libro.
Aunque me gustaría, es del todo imposible analizar cada poema (son 280) en un libro con un registro rico en connotaciones históricas y geográficas, guiños literarios, figuras retóricas, muestrario de culturas y de pensamientos, escenario de sucesos no siempre gratos y galería de personajes siniestros en su mayoría.
Es la divina tragedia, me dices con dolor. De ahí tus sugerencias, interlineados e interconexiones tejiendo una maraña enorme en torno al lector al que pareces querer coger de los hombros y sacudirle espetándole, oye, reacciona, actúa. Cambia las cosas. Es un contralibro que refleja en cada poema una escena, muestra sentimientos, invita a reflexiones o transmite sensaciones.
Lo dicho, es todo un honor poder prologar tu divina tragedia. En efecto no hay un solo poema de amor. Gracias, voy a intentarlo.
Lobos de afuera y Lobos de adentro muestra que lo más significativo de la Edad Contemporánea es la confirmación de la irracionalidad del hombre.
El título del primer poemario que conforma el libro, Sombras en plena oscuridad, ya nos presenta la dureza de lo que se nos va a contar y mostrar. En efecto es todo un continuum, no son poemas aislados, conforme los leemos nos vamos acercando al segundo poemario, Horizonte de sucesos, que resultará mucho más concreto.
Me extasío: en el primer poema del libro “Cántico iniciático” del poemario Sombras en plena oscuridad, usas la palabra palabra en singular y poco después sin nombrarla, utilizando el adjetivo en plural, sabemos que hablas de las palabras, sin nombrarlas, nos extasiamos. Y poco después me estremezco ante el poema “Puritanismo pornográfico”. Todos hemos visto a esa niña y compartido su sufrimiento y angustia. Pero tú, Antonio, consigues que ella, con el terrible dolor que padece, entre en nuestra alma preguntándonos el porqué de esa crueldad innecesaria. Esa respuesta vacía nos acompañará siempre, Antonio. Porque tú sufres con ella o con el que duerme en la calle y nos lo introduces en la piel.
Algo que Antonio Cillóniz percibe o crea como natural nos embelesa y creo que él no es consciente de ello. Dice más de lo que escribe.
Nunca podemos hacer una somera lectura de cada poema
¿Hay que ser culto para entenderte, Antonio Cillóniz, me pregunto? Sí y no. Si sabes a lo que el poeta se refiere, si conoces el nombre, el dato, la fecha, comprenderás, poemas 10 y 11 por ejemplo entre muchos otros. Pero si no sabes el dato, el nombre o la fecha igualmente te llegará su voz, su denuncia, su reflexión. Por ejemplo, Antonio cita –en el poema 4 “Lo que encontrarás en Ítaca”– a Aloysius Acker un poema desconocido de Martín Adán. Obviamente el lector lo buscará pero sin encontrarlo, así como el dato de Julián Grimau, máximo responsable del Partido Comunista de España del interior. Antonio exige al lector saber y a veces le ayuda a comprender. Quiere que la gente sepa, conozca y así pueda opinar y entender mejor el mundo. Cillóniz necesita imperiosamete reflejar lo que es el mundo. No en vano el título de uno de sus aclamados libros Un modo de mostrar el mundo. Así por ejemplo en este mismo poema 4 “Lo que encontrarás en Ítaca”: “Lo real maravilloso de la Biblia / Desde el realismo mágico de la mitología” se refiere al género de ficción literaria que nos muestra lo novedoso como algo extraordinario, frente al ‘realismo mágico de los mitos’ como interpretación del mundo en el discurso mítico de los hombres primitivos. Cillóniz no da puntada sin hilo.
Siempre le animé a que explicara alguna de los elementos crípticos utilizados y su respuesta siempre fue “la crítica sabrá, dirá”. Pero pocos han comprendido tantas connotaciones culturales y literarias, tus juegos verbales, guiños o tu innovación y voz única, tu coherencia, Antonio. Allá ellos, me dices siempre. Allá ellos parafraseando a Vallejo… ¿Por qué no lo ven? ¿Será porque se acostumbra a asociar la poesía a versificación, lenguaje manido, palabras bonitas o puro sentimentalismo?
¿Verán “ellos” que en cada uno de los tres poemarios de Lobos de afuera en el poema 22 hay una cita referida al Cid como figura de exilio enfrentada a un poder injusto?
Las primeras líneas del poema 12 resuenan en mi cabeza con la misma música y ritmo que me invadieron al leer las primeras líneas del poema “Arcano Mundo”. No he podido evitarlo y he unido ambas bellezas. “Los célebres poemas ya no cantan / Las heroicas batallas / Para la gloria y el honor / De unas nobles conquistas / Hoy ni siquiera tan notables / Siempre al fragor de nuestras hoces y rastrillos […]” y
“Los días
de las gloriosas epopeyas
han pasado:
ya no veremos
levantarse
el humo de las antorchas
al pie
de las
escalinatas
de los
templos”
Y nos llevas a recibir los latigazos por rozar, con los labios y la piel, la ropa y pecar de este modo como así lo ven las ideologías fanáticas o religiones que castran. Poema 20, “Pero 100 latigazos ¿no?” Contundente. Número redondo. 100. Denuncias, cuestionas. Poema grande en el que muestras cómo cualquier fanatismo es absurdo. Llevas a la exageración dicho fanatismo. Las prendas de vestir que rozan a la mujer son también pecaminosas, se culpabiliza a la mujer porque su piel deja elementos de su cuerpo en la tela. Estamos realmente locos, o enfermos.
Bellísimas también las referencias al gran Antonio Machado del poema 21 seguido de la lapidaria frase con que comienza el siguiente poema 22: “Mil novecientos treinta y seis / De nuevo es hoy”.
¿La pluma tiene la fuerza de la pistola para contener tanto despropósito? Debería, Antonio Cillóniz lo cree, por eso tantas y tantas visiones, reflexiones, críticas, denuncias en los 66 años que lleva escribiendo, poema 23: “Todo está dicho / Y aunque las librerías cierren / Porque ya nadie lee un solo libro / Lo mismo que hasta las imprentas / O las editoriales quiebren / Una y mil veces / Yo tuve que escribirlo todo nuevamente”.
Los versos del poema 27, “Lo que cada uno ve”: “I / Y largamente / Al agua la arboleda / Mecía al viento. // II / A la arboleda / Mecía el agua al viento / Ya largamente. // III / Mecía el viento / Tan largamente al agua / Y a la arboleda”, me han evocado el final del plástico poema “Lienzo de vida” de Verso vulgar, escrito por Antonio hace muchos años: “Y hace mecer el viento –largamente– la arboleda el agua”. Claramente es un volver atrás, un ¿estamos como siempre?, más que una repetición o evocación tan solo.
Porque Cillóniz nos dice que es importante no perder la perspectiva, pero tampoco se pueden obviar los diferentes puntos de vista. Opinar siempre es bueno pero desde el respeto y sin el insulto o el odio.
Y en el poema 32 nos refleja de nuevo sus deseos y ansias de siempre mezclados con las desilusiones y realidades también de siempre. La historia tristemente se repite en un círculo interminable.
32
¡Hay que cambiar el mundo!, sentenciábamos entonces. Hasta que alguno después dijo
Lo cambiaremos a partir de ahora.
Pero que nadie piense que eso
Es cosa sólo de decirlo.
Así de simple.
Para que todos tengan pan
Hicimos que se redujese el presupuesto de defensa
Y entonces nos topamos todos con la fría realidad. Porque queríamos la paz pero hubo guerra
Y tampoco entonces tuvimos pan.
Y le sale el peruanismo por los poros utilizando en el poema 44 “Cuando los jueces y así” las expresiones peruanas como si siguiese ahí entre su gente, así como un cierto tono que recuerda a la Beat Generation:
II
y así
como a su contrincante
ya que su participación resulta inescindible el que preside este rincón virtual
y allá en aquel otro rincón
donde tan bien peinado
en plan rockero comparece
el retador con un tupé sin su peluca como si del mismo elvis presley se tratase hey tío venme a mí con ésas
y ahora
tras ser arrinconado
y habiéndosele visto el pelo
ya quedándose despeinado
y con los crespos hechos
que no nos chupamos el dedo
combate nulo
sea así dado por escrito
a quien parece ser
de la cría de huacho
y está
en la luna de paita
de permanente pelo a pelo
Antonio, sabemos y sentimos al leer tus versos que el Perú te invade, has denunciado la muerte cívica en el poema 18 “En el Perú es mucho peor aún”: “Eso que llaman muerte cívica / El que después de haber pagado con la cárcel / No puedas trabajar el resto de los días de tu vida / Ni el cómo aplican leyes con carácter retroactivo contra ti”, que no permite a nadie reinsertarse en la sociedad una vez cumplida su pena o deuda y nos hablas desde el corazón de tu patria, a la que ves a trozos destrozada y rasgada a dentelladas como dirás más tarde en el poemario En la línea de fuego, poema 46: “Sombra de lo que hoy es mi tierra / A trozos destrozada / Rasgada a dentelladas”, así como en el poema 3 de Sombras en plena oscuridad escribes uno de los versos más bellos que se hayan escrito nunca: “mi patria es el planeta entero en el que vivo.” Me haces llorar y te lo digo.
En el segundo poemario Horizonte de sucesos, los poemas y las visiones se van sucediendo alternando las mayúsculas y minúsculas en función de la fuerza de la imagen o la necesidad de resaltar un concepto. Si en el poemario anterior podía habernos llamado la atención que se refiriese a Elvis Presley en minúscula al estilo del poeta e. e. cummings, vemos ahora cómo en el primer poema “Ejemplo de filofobia” el poeta nombra a dios en minúscula y poco después en el poema 3 “Sembrando de sal los campos” utiliza la misma palabra pero esta vez en mayúscula, justamente junto a la información de que Dios no existe. E igualmente en el poema 2 “Bandera blanca” la importancia de los Mapas Políticos queda así de manifiesto. Todo es importante, la forma gráfica también.
Interesante consignar los saltos líricos del poema 8, en el que aparentemente se habla de la vida en general pero en realidad Cillóniz está utilizando el lenguaje de la guerra con la referencia a los misiles que nos acosan desde arriba o a las minas que podemos pisar bajo nuestros pies, “Según es el mismo desorden de la vida / Que nos viene de frente o por la espalda / Que nos acosa desde arriba / O desde abajo nada más pisarla / Así a cada paso que da un soldado / Lo puede dar / Desde lo que es la vida / Hacia lo que será la muerte”. Y al llegar al poema 9 tras recorrer los campos de batalla ucranianos y sentir el olor de la muerte Cillóniz nos trastoca temporal y espacialmente desde su primer verso: “Los liberales madrileños desde sus balcones / Lanzan ahora aceite hirviendo”.
Toda guerra es cruenta, desde los siglos de los siglos y permanece siempre en nuestra memoria y Antonio nos habla de la guerra de la independencia española y de la guerra de Perú y Chile o de la de Palestina e Israel y la de los griegos contra Troya sin olvidar nombrar a Hitler o las invasiones yanquis a la isla de Granada, plasmando todo, pasado y presente juntos, hasta en el mismo poema.
Aunque ya en el poemario Cámara oscura de República de bárbaros Cillóniz abordaba el tema de la guerra entre Rusia y Ucrania, lo retoma ahora nuevamente pero esta vez con una voz más reflexiva al tener mayor perspectiva de los acontecimientos.
Creo interesante analizar el poema 20 “Una conversación al vuelo en las alturas” que nos remite rápidamente al escritor Vicente Huidobro en cuya obra Altazor o el viaje en paracaídas crea baterías de neologismos en contra de lo que decía César Vallejo que opinaba que la nueva escritura no consistía en introducir términos sino en crear nuevas sensaciones, algo con lo que Cillóniz está de acuerdo. Huidobro lo hizo como un gesto vanguardista mientras que Vallejo negaba el valor de los términos en sí. Y Antonio Cillóniz en cambio está creando sensaciones nuevas del mundo actual pero con referencias al pasado y en literatura esa referencia al pasado es la vanguardia, pero salva dicha contradicción mediante el distanciamiento lírico irónico, recurso que utiliza muy frecuentemente: “Pero dejémonos de huidobradas / Y de creacionismos tan cubistas como inoperantes / Y vayamos directamente al grano ya”, para retomar de inmediato el estilo anterior. Este recurso conversacional con otros poetas lo volveremos a encontrar en el poema 23 “Conversación con Borges” en que partiendo de una cita de Borges construye un diálogo cuyo resultado es un poema muy impactante.
Horizonte de sucesos te envuelve, te sumerge en el devenir caótico de la humanidad llevada por sus ansias de conquistar mentes y territorios. En realidad todo el libro está lleno de contextualidades históricas. Se percibe la sabiduría que da la edad, la experiencia tanto en la técnica como en el planteamiento filosófico, en la forma como el fondo de los poemas y en la estructura del libro. Claro ejemplo de todo ello es el poema 22 que empieza con una cita de Manuel Machado del poema “Castilla” referido al destierro del Cid cuando se está hablando en realidad de la guerra civil española aunque se siga refiriendo a Castilla y Aragón. Incluso nos habla de la derrota de Roland en Roncesvalles o del ejército de Hitler avanzando hacia París y de Mauthausen, el campo de exterminio nazi llamado “de los españoles”.
El verso “Y en el camino hay un mesón que encuentran” es un guiño a la niña que se encuentra el Cid camino del exilio. Antonio mezcla así dos momentos distanciados en el tiempo en apenas dos versos. Lo mismo sucede con los versos: “Con las botas en un ensangrentado lodo / Y una voz implacable como entonces grita en marcha”. Antonio une nuevamente los dos momentos históricos usando el sintagma ‘como entonces’. Pero aquí muestra que el terror de la guerra civil es implacable y no inflexible, adjetivo que utilizara Manuel Machado en su poema porque para Cillóniz el avance franquista era imparable e incansable. Y retoma nuevamente el tema de la guerra civil con los exiliados cruzando los Pirineos mostrando la agonía de la izquierda junto a los haces de los faros de la invasión nazi a Francia, como lo hicieran antes, como aconteció en América en el siglo XV. Toda la historia con sus mismos errores y barbaries agrupada en unos versos. Finalmente termina el poema rompiendo el verso de Manuel Machado. Realmente innovador.
Salvo indicar tal vez que el ‘Creciente Fértil’ del poema 25 se refiere a la tierra donde se dio el cambio al neolítico y abarca desde Mesopotamia a la Costa Mediterránea, “De nómadas por el Creciente Fértil / Hasta ser sedentarios ya / En tierras usurpadas” aunque aquí referido a la invasión de Irak, y que de nuevo en el poema 27 vuelve a utilizar los versos de Machado «Si mi pluma valiera tu pistola», no quedaría nada más por explicar en este sublime poemario, que exige voracidad en la lectura pues parece imposible detenerse tras cada poema. Cillóniz nos regala visión tras visión la historia, pasada como fotogramas ante nuestros ojos.
En el tercer y último poemario de Lobos de afuera que nos evoca ya desde su título Cenizas de todo eso en esto que hay que hacer cenizas de toda esa realidad que nos acaba de sacudir y que han creado, Cillóniz va a cantar ahora acerca de esa realidad como cenizas, que es lo único que queda. Es un poemario mucho más reflexivo que los anteriores pero observemos que Cillóniz con enorme maestría y sutilidad nos va conduciendo el pensamiento hasta obligarnos a ver, sentir y cuestionarnos para actuar en consecuencia tras lo que nos muestra de la cruda realidad y su cruento pasado.
Y Cillóniz nos sorprende con un original primer poema en el que se sirve de los términos de la retórica para denunciar la visión partidista con la que nos presentan la realidad actual, creando así un bellísimo poema acerca de la narratividad del pasado y su confrontación con la realidad. Así, para significar el relato histórico utiliza la alegoría; pero por medio del oxímoron nos muestra la exageración con la que se desvirtúa la realidad, ocultando o inventando datos. Por otra parte el empleo de los hipérbatos refleja los cambios que se producen en el discurso narrativo para adulterar la realidad. Al igual que encontramos una interpretación descrita a través de eufemismos que enmascaran los tabúes mostrándonos una falsa realidad. Y finalmente por medio de la anáfora o repetición el poeta corrobora la insistencia de dicho enfrentamiento entre historia y realidad. Difícil e interesante creación poética y soberbia reflexión.
En el poema 2 “En la isla de los monos de Hainan” leemos los versos “El Monumento a un chimpancé sentado / Sobre un libro de Darwin”; existe ese monumento, pero aunque no existiese, el poema es grande. ¿Somos conscientes de que venimos del mono? Este poema nos invita a reflexionar acerca de la supremacía de algunas razas y el descuido y deterioro que sufre la madre naturaleza. Y en el poema 4 “Y hay que levantar el espíritu / Más allá de las cumbres de las montañas tan altas / Aunque no sé muy bien yo qué va a hacer allá nuestra mirada / Acaso saber entonces / Por qué estamos acá / Y que es muchísimo mejor” Cillóniz rompe el discurso estético y hace algo totalmente prosaico como método dramático brechtiano para sacar al lector de lo poético, nos referimos al verso “Aunque no sé muy bien yo qué va a hacer allá nuestra mirada”. Absolutamente genial porque favorece el sentido crítico del lector al sacarlo del lirismo obligándole a observar el poema desde la lejanía.
También considero necesario resaltar la alusión al poema 7 de su poemario Versión del otorongo en el poema 11 y en el poema 10 el guiño a Gustavo Adolfo Bécquer:
Hoy una mosca
adentro de mi casa
Ha entrado
Revoloteando
La he visto y me ha mirado
Y ya la mosca cree en Dios
En ese mismo dios que asumo yo Cuando la mato
La personalidad de la voz de Cillóniz estriba en retomar el tema becqueriano y transformarlo en algo menos sentimental o romántico como es lo cotidiano de ver a una mosca; en el fondo podemos decir que prefiere hasta cierto punto la alusión a Antonio Machado, “Vosotras, las familiares / inevitables golosas, / vosotras, moscas vulgares, / me evocáis todas las cosas”, y la originalidad de Cillóniz también se manifiesta en el final del poema, lo insólito es atribuir al yo poético el sentirse dios.
Considero muy acertado el uso de la letra de la sardana de “La Santa Espina” en el poema 15, en un momento álgido de la sociedad española en el que los odios viscerales empañan cualquier razonamiento válido. Esta canción fue prohibida durante la dictadura de Primo de Rivera y los primeros años de la dictadura de Franco. Abordar este tema candente y actual me parece valiente y necesario.
En el poema 38 quizá sea preciso explicar que en los versos “He sobrevivido al letargo / De una juventud creadora” Cillóniz se refiere al grupo poético español de los años 40 “Juventud Creadora”.
Conforme se va acabando el poemario el poeta nos va diciendo esto es igual a ya ‘basta de reflexiones, vuelve al grano’. Nos vuelve a espetar y a sacudir por los hombros exigiéndonos una reacción.
En el poema 41 el verso “E consumido / En un relox de arena de ésa de los polos” nos acerca al sentir doloroso de Jorge Manrique en sus “Coplas” para a continuación citar en el poema 42 “Del tiempo que se agota” a tres de sus queridos alumnos del aula de poesía que fundara en el Instituto Ramiro de Maeztu: Jesús Arellano, Juan José Carracedo y Alfonso González Callejas.
Desde la nostalgia, al ir despidiéndose del mundo se acuerda de amigos intemporales y curiosamente escoge a sus ex alumnos con los que no ha perdido el contacto y con los que sigue compartiendo charlas y momentos. A sus 80 años ya cumplidos a Antonio le gusta estar con ellos. Tienen una sensibilidad especial, una dulzura y una humanidad que le sobrecoge. Pienso que se aferra a esto después de constatar y narrar tanta barbarie.
¿Cuántos absurdos innecesarios de la humanidad podemos contabilizar en Lobos de afuera? Duele saberlo.
Y nos adentramos ahora en la segunda parte del libro, Lobos de adentro, que consta igualmente de tres poemarios.
El primero de ellos, Espejo de costumbres, abre con duras estampas cotidianas de la vida diaria pero que suavemente se entremezclan con las del 24 de diciembre, Nochebuena, en plena guerra, sabemos el dato, la fecha y la anécdota. Los soldados, seres humanos, cantan cada uno en su idioma los villancicos de la infancia, se pide la paz, se detiene la guerra durante un instante. Luego vemos y sentimos que es posible detenerla. La magia de la palabra pone ante nuestros ojos esa misma noche de sentimientos nobles. Cillóniz logra una vez más estremecernos.
Tras la ingeniosidad de los breves poemas 3 y 4 nos acercamos a la realidad concreta en la referencia a la Hacienda San José de su familia y al pueblo El Carmen que surgió en medio de ella. Cillóniz recorrió de niño a caballo esos campos de algodón que agrietaban y ensangrentaban las manos en su recogida. Vio, como ya indicara en el poema “Segunda indigencia” del poemario Haber que hacer, los calabozos de dicha casa-hacienda. Herencia en todos los sentidos, la de las sensaciones también. A reseñar que el mullu era las conchas con las que se pagaba y se hacían ofrendas, abalorios muy preciados en las culturas del periodo prehispánico antes de que se utilizaran el sol y el inti.
Apreciamos una muy interesante ruptura de ritmo y de discurso o si se prefiere de registro lingüístico en el poema 9. Los primeros versos relatan la situación de la enorme diferencia social para dar paso a la voz del indigente sumiso que humildemente pide dinero, cerrando el poema con un yo lírico que retoma la narración, pero utilizando el registro lingüístico coloquial, el de ese mendigo.
Detengámonos también (la verdad es que cada uno de los poemas merece una reflexión y me está costando no hacerlo consciente de que se trata tan sólo de un prólogo) en el poema 11 en el que Cillóniz nos presenta a tres mujeres feministas con claras referencias a su vida junto a la brillante alusión a Santa Teresa “sin vivir porque vivía entonces”. Poema muy rico en matices ya que en sus últimos versos hasta reivindica que en los diccionarios debería aparecer el término femenino delante del masculino porque obviamente antes debe figurar alfabéticamente ‘buena’ que ‘bueno’. Poema realmente feminista en su totalidad.
Irremediablemente me ha producido una carcajada su magnífica ironía del poema 12 donde cambia de tono para impactar y convencer de lo que está diciendo en un tono ameno y coloquial como si se tratase de una improvisación directa. Repito alguno de sus versos: “Aunque también hay sueldo / Para seguir de pobre / Pero no crean / Esto es sólo la zanahoria / El resto es lo del palo”.
Decíamos que era una improvisación directa y por eso todas las secuencias del poemario van seguidas sin intervalos ni espacios o cambio de página para que el lector se deje llevar y llenar por la lectura que le invade como una avalancha.
Me detengo en esta avalancha para elogiar la creatividad y osadía de Antonio Cillóniz al atreverse a jugar con los nombres y apellidos de los políticos peruanos rechazados por la mayoría de la población en el poema 15. Utilizo el término valentía porque no todos tienen el valor como Cillóniz de enfrentarse a los dirigentes que pueden entronizarlo a uno.
Y en el también irónico poema 17 Antonio Cillóniz, en una clara referencia, menciona a los neoherrerianos y a los neogongorinos, así “Emulando medianamente a la criolla / Nomás a un tal Herrera / Cual muerto hasta las cachas” y “Si ya febril no agora un Góngora / Otrora así sería tal / Que entonces ya tan ebrio / Solo cual uno en cada cual / Y remedado suyo doblemente / Sin tal ni cual renombre / Tan fuese sólo por como un acompañante como por su doble” respectivamente; lo mismo que antes en ese mismo poema nos mostraba una falsa izquierda en “No se perdían / Ningún concierto heavy metal / Del que salían a drogarse / Sintiéndose más duros que el hard rock. / Y entonces apostaban / A ver quién era quien lanzara la primera piedra / Contra las salas de los cines / Para llamarles sorprendidos nada más salir / Putas y esbirros de la burguesía”.
Observamos igualmente que en el poema 26 se alude a una especie de vida contemplativa y que en el 27 el mensaje sin ser panfletario acaba siendo siempre lapidario: “Ése es nuestro destino”.
Cillóniz formula continuamente preguntas que no son para nada ingenuas, claro ejemplo de ello lo encontramos en los últimos versos del poema 28: “¿Cómo es que siempre / Cuando alguno de los de arriba / Deja de estar arriba / Por más que gire nunca nadie / Deja de estar abajo?”. Los de arriba sí pueden caer pero los de abajo nunca pueden subir.
Debemos indicar, aunque figura en el glosario, que en el poema 31 los ‘curules’ son los escaños. Me detengo en este poema para resaltar que en su primer, segundo y tercer verso Cillóniz nos regala una bella similitud entre las golondrinas de Gustavo Adolfo Bécquer que vuelven en primavera con la cruda realidad: “Si no cambiamos el Perú / Volverán a sembrarse las oscuras sepulturas / Con la carne inocente de los vivos”, que en este otro contexto alcanza una significación más rotunda. Poco más adelante al decir “Como Cuerpos de paz en la trinchera” parece sugerir a la CIA y acaba el bello poema con el contundente verso que evoca la archiconocida obra de Shakespeare “Pero serán tan sólo sueños de una noche de verano”. Huelga añadir nada más.
El poema 33 es una clara referencia de que se está preparando el golpe de Estado del 75 en el Perú y ya se está viendo en el 74 lo que todavía nadie veía: Fujimori era entonces profesor de la Universidad Agraria y ¿falsificó su nombre y apellidos para poder postular como candidato?: “(Y resultó ser cierto / Oh Kenya Minami Inomoto)” o lo que es lo mismo ‘Oh Alberto Fujimori’.
Y con la referencia al verso “Que de niña en Chiclín a veces ella contemplaba” nuevamente la figura de Martha Hilderbrandt le atormenta y vuelve a aparecer en uno de sus poemas como ya lo hiciera en República de bárbaros.
Antonio Cillóniz en el poema 37 aprovecha un texto de Mario Vargas Llosa para cuestionar contundentemente “y ¿a cuánto creen que se venderá todo esto?” Es decir ¿quién va a poder comprar este mismo libro hoy día en el Perú? El pueblo padece, tiene hambre y no sólo de cultura. No todos pueden comprar pan y por lo tanto mucho menos libros.
Y en el poema 42 “Hipando a Bofes” como escribiera Carlos Germán Belli, justamente recién fallecido mientras escribo estas líneas, Cillóniz critica que no se ponga en contexto la alienación a las condiciones socioeconómicas que la causan.
Termino la reseña de este poemario indicando que en el poema 45 Cillóniz se refiere textualmente a miembros de su familia. Sin miedo a nada y crítico como siempre.
En el siguiente poemario En la línea de fuego, sugerente título, se nos va a presentar la cruda realidad del Perú contemporáneo iniciando el poemario con unos versos lapidarios, “Esto es ya un futuro inesperado / que no tendrá jamás pasado” (poema 1 “Teoría sin la práctica”).
Y en una cascada de poemas cuyos títulos mismos casi lo dicen ya todo, Cillóniz va plasmando los acontecimientos actuales acusando y denunciando tropelías y asesinatos en una ‘Lima gris indolente ante la sangre’ (poema 7 “Lágrimas en sangre”).
Me detengo en el poema 8 “Y esto jamás fue publicado” donde creo conveniente apuntar que se refiere a un hecho concreto y autobiográfico ya que durante el gobierno de Velasco Alvarado, conocedores de que el segundo apellido de Antonio era De la Guerra, entroncado por lo tanto con los Miró Quesada, incluyeron a Antonio Cillóniz en la comisión que debía realizar la expropiación del periódico El Comercio por parte del Estado. En ese momento el director del periódico, Luis Miró Quesada De la Guerra, le dijo textualmente a Antonio “no te olvides que también eres De la Guerra” cuando dicho periódico jamás había estado interesado en publicar nada del poeta. De ahí el último verso del poema: “Ni tú tampoco” con el que le responde ahora Antonio. Y por otra parte en este mismo poema se indica la connivencia entre el poder ejecutivo y el legislativo nombrando la Plaza Bolívar donde está el Congreso y la Plaza de Armas donde se encuentra el Palacio de Gobierno. Es un poema igualmente interesante de analizar por las numerosas elipsis que maneja que me permito subrayar: “Aunque el tren que casi siempre / también ahora parte / de la Plaza Bolívar / tampoco casi nunca no es el mismo que allá llega / hasta la Plaza de Armas”.
Es el poema 10 donde hace alusión como antes hemos indicado a su libro República de bárbaros y a su poemario Burros a lomos de asnos, aunque ahora prefiere utilizar la minúscula para la palabra ‘burros’ para englobarlos a todos.
La crítica del poeta a la no reinserción en la sociedad del que ya ha cumplido su pena en la cárcel como sucede en el Perú, condenando nuevamente a esa persona esta vez al ostracismo, queda expuesta una vez más en el poema 14.
Y obligado análisis también del original y contundente poema 25 donde jugando con el apellido de la actual Presidente de Gobierno de Perú se hace referencia a las balas que causaron tantas muertes en el pueblo que se manifestaba pacíficamente en las calles de todo el país. No es aleatoria la imagen de los búfalos, puesto que así se conocía a los matones del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana), ni tampoco inocente la connotación al famoso dicho peruano ‘quien no tiene de inga tiene de mandinga’ para explicar que en todos corre sangre de dos razas. Cillóniz prefiere emplear el también usado término ‘dinga’ por su homofonía.
El poema 34 “Corazones de policías y soldados” recuerda al poema “Corazones de soldados” del poemario Así jamás porque tristemente la Historia se repite.
En la línea de fuego resulta atroz en su conjunto porque todas las visiones que nos muestra son doblemente estremecedoras por ser además verídicas.
Y Huaca fúnebre, el tercer y último poemario de Lobos de adentro, es un poemario circular. Al igual que en Grecia el templo no era solamente el edificio sino que se refería también a todo el entorno en el que se erigía, en el mundo quechua ‘huaca’ abarca también al lugar sagrado de enterramiento y por eso Cillóniz añade el adjetivo ‘fúnebre’ para sumar a lo sagrado el matiz de mortuorio.
Nos recibe el poemario con una interesante reflexión sobre el oficio de poeta. He tardado en encontrar el término o expresión para definirlo porque realmente es una irónica reflexión o mejor dicho una cruda visión de lo que acontece en el proceso poético cara a las ediciones (que debes pagarte tú), porque curiosamente siendo la poesía después de la música, que por su lenguaje es universal, quizá el arte más sublime (de hecho todos los grandes novelistas han querido ser poetas antes o después), conlleva una serie de connotaciones que quizás el lector no sepa. Ese lector que no compra libros de poesía y ese lector que espera que le regalen los libros de poesía, y ese editor que te cobra por publicar porque no es rentable editar poesía aunque ese hecho en sí suponga que su editorial es de calidad porque justamente edita poesía. Y ahora relato la anécdota personal que fue titular de una importante entrevista que le hicieron a Antonio en el periódico El Faro de Ceuta en 2019 con motivo de haber sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura del Perú. El titular del artículo fue “Yo he tenido la suerte durante muchísimo tiempo de poder comer de la poesía”. Aclaremos que la poesía no es un negocio y que en muy contadas ocasiones en sus 66 años como escritor han pagado a Antonio por su presencia y su arte. En dicha entrevista, Cillóniz comentaba que había trabajado como profesor de literatura y que en el Instituto Ramiro de Maeztu de Madrid había fundado el Aula de Poesía, y que “por eso todo giraba en torno a la poesía que a mí me permitía vivir, así que en cierto modo he vivido para, por y en poesía”. Pongamos todo en contexto.
Hay en este poema inicial una referencia a Antonio Melis, catedrático de la Universidad de Siena que admiraba la obra de Cillóniz (no en vano la introdujo en sus planes de estudio y lo invitó en varias ocasiones a Siena para recitar y debatir con sus alumnos) y que tradujo al italiano su excelente poemario Victoriosos vencidos. Asimismo, Melis afirmó que la “última etapa de la poesía de Cillóniz confirma y acentúa los rasgos de su personalidad. Aparece ahora en primer plano un elemento que se había asomado a veces en la producción anterior. Se podía definir como una visión de la vida desde la muerte […]”1.
El verso “leyendo a tanto Blas en Jano” del poema 6 “Creación heroica” se refiere a Alejandro Romualdo que regresó al Perú de España muy impactado por los versos de Blas de Otero; verso que bajo el título del poema como alusión a Mariátegui adquiere una velada ironía. Y el tal Juan Cacerola del poema 9 realmente envió un telegrama procedente de Chincha durante el velatorio del abuelo paterno de Antonio Cillóniz en esos términos que describe el poema confiando en la justicia divina. El abuelo supuestamente había vendido su participación en la Hacienda tras los acosos recibidos por sus hermanos y especialmente por sus cuñadas.
Y Cillóniz en el poema 14 nombra sin miedo con nombres y apellidos a Peter Hullermann, sacerdote católico alemán que abusó sexualmente de innumerables niños pero denunciando también que negras son las almas de sus cómplices que esconden estas barbaridades. Nos exhorta a todos a informarnos sobre esos cómplices. “Y eternamente negras van a ser las almas / de los culpables y sus cómplices”
“Acuérdate de Huanta” nos dice ahora en el poema 15. Líneas antes Cillóniz nos ha envuelto con sus versos en el amarillo de la retama, huayno ayacuchano compuesto por Ricardo Dolorier que surgió ante la absurda y desmedida represión policial en Huanta cobrándose la vida de 20 personas, que lo único que defendían era el derecho a la gratuidad de la educación en las universidades públicas. Triste día el 22 de junio de 1969. Dicha gratuidad fue recortada mediante el Decreto Supremo 006-69, promulgado por el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado. En ese proceso revolucionario para extender la dignidad –restringida a la oligarquía– a toda la población peruana trabajaba Antonio. Cillóniz no olvida ese día.
La poesía de Cillóniz está siempre llena de connotaciones históricas o literarias, citas y referencias bíblicas (poema 16), artísticas… que enriquecen aún más cada verso o poema. Así por ejemplo en el poema 17 la primera y la tercera cita pertenecen a la “Epístola de Amarilis a Belardo” y la segunda y cuarta al “Discurso en loor de la poesía” de Clarinda.
Pero el poeta es también humano y su yo poético es a veces tan sólo él mismo como en el poema 19 donde nos expresa la terrible angustia que padeció al enterarse de que tenía cáncer de riñón, “Que he tenido mordiendo a mi costado / Al perro más fiero que el tal cangrejo / Cual cancerbero yendo con sus dos cabezas / Del hipocentro al epicentro de mi cáncer / Y así / De pronto / Aquí anochece / Aun cuando de momento sigo vivo”.
La técnica de Cillóniz, en el manejo de las referencias a otros autores, se puede apreciar claramente en el poema 21 “Amistades que no son nada sospechosas” en el que el yo lírico dialoga con su sombra y que evoca en sus primeros versos, “No es éste el caso de que qué querrá / Ni de qué interés se le sigue”, los del soneto de Lope de Vega “¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras? / ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío”, en el que su voz lírica habla con Jesucristo. Cillóniz concluye de modo rotundo el poema fundiendo, en el verso “Que ahora puedes tú escuchar en mí su propia voz”, cuerpo y sombra.
Nuevamente aparece por tercera vez la pluma de Antonio Machado contra el arma del general Líster al comenzar el poema 31, “Los sacrificios inútiles” como ya lo había hecho antes en el poema 21 de Sombras en plena oscuridad y en el poema 27 de Horizonte de sucesos. Así Machado en su poema IX con la dedicatoria “a Líster, jefe de los ejércitos del Ebro”, que figura en Poesías de guerra (1936-1939), entrecomilla sus dos últimos versos: “Si mi pluma valiera tu pistola / de capitán, contento moriría”. Pero esta vez además Cillóniz retoma la pluma y el arma cerrando también el poema. Esta insistencia ante la fuerza de la palabra para cambiar el rumbo de las cosas es una constante en la poesía de Cillóniz y esta repetición no es casual. Dicha insistencia, de modo más actual de lo que hacía la poesía tradicional a través del paralelismo o el estribillo, no tiene otra función que el destacar el tema del enfrentamiento entre las artes de la pluma y de la espada desde la Edad Media, ahora referido a la dicotomía entre guerrilla y literatura. En esta ocasión Cillóniz utiliza nuevamente los versos de Machado para referirse esta vez a Javier Heraud, “Oh, «Si mi pluma / Valiera tu pistola» / Que tú también leíste / Pero elegiste en cambio el río / Que no llevaba el viaje nunca en dirección al mar / Sino a ninguna parte”.
Ya se ha señalado en Lobos de afuera la repetición de la figura del Cid significando entonces la lucha contra el poder y el destino de la resistencia desde el exilio; la poesía de Cillóniz es sumamente críptica, dice más de lo que está escrito, y en el caso del Cid podemos ver que Cillóniz se sirve de esta figura histórica tres veces, y siempre en los poemas número 22 de cada poemario, Sombras en plena oscuridad, Horizonte de sucesos y Cenizas de todo eso en esto. Pitagóricamente nos está dando la clave de su intencionalidad. Tres veces entonces y tres veces ahora el valor de la pluma como el dicho popular “a la tercera va la vencida” o el culto “antes de que el gallo cante me negarás tres veces”.
Por otra parte, en los versos de ese mismo poema 31 “O de aqueste otro modo / Agora estés atento sólo / Era del año la estación florida / […] También hubiese sido entonces / Agora vuelto a la otra parte” hallamos una clara referencia a la primera égloga de Garcilaso de la Vega y a Soledades de Góngora respectivamente.
Y en el emotivo poema 34 cabe reseñar que Emilia Quiroz curiosamente fue secretaria de Cillóniz mientras él ocupaba el cargo de director de la Editorial del Instituto Nacional de Cultura del Perú.
¿Siente cercana la muerte Antonio a sus 80 años o es la voz reflexiva del yo poético universal a todas las personas mayores la que habla en el poema 39?
Aunque en los sucesivos poemas se vaya desgranando cierta desolación y el tono empleado sea acorde con el título y la temática del poemario, los dos últimos versos que cierran el libro rezuman esperanza. O por lo menos yo creo que Antonio quiere trasladarnos ese sentimiento que espera que nos haya “entrado por los ojos” tras leer sus versos desnudos.
[1] Prólogo a Como espadas de Damocles (después Entre espadas de Damocles) en La constancia del tiempo (Poesía 1965-1992), Barcelona, Los Libros de la Frontera, 1992, p.280
Un libro de transición y de ruptura.
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